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A principios del siglo VII, se constituyó la actual República de Croacia. En la Edad Media, limitaba con muchas civilizaciones distintas, por lo que tuvo que librar numerosas guerras en defensa de su territorio. En el siglo IX, sus tierras discurrían entre las del Imperio bizantino y el franco, en el siglo XI, entre las dominadas por la Iglesia Católica y la Ortodoxa y, entre los siglos XV y XIX, entre el poder católico y el musulmán del Imperio otomano. Desde el siglo IX hasta el XII, Croacia fue independiente, primero como principado y más tarde como reino, tal y como testifican los documentos de la época. Contiendas interminables con venecianos, bizantinos y turcos forzaron a los croatas a aliarse con las dinastías austro-húngaras, de cuya relación volvieron a surgir nuevas batallas para la restauración de la independencia. Croacia la consiguió finalmente en 1990, tras la desintegración de la antigua Yugoslavia.

Muchos de estos poderosos imperios limítrofes dejaron su huella en el patrimonio monumental croata, de manera que las ciudades costeras conservan todavía muchos vestigios medievales y de la antigüedad. En la ciudad de Pula puede verse un magnífico anfiteatro romano perfectamente conservado, así como las puertas de Hércules y Áurea, el templo de Roma y de Augusto y un bellísimo palacio del siglo IV. Cuenta también con un rico museo de arte antiguo. En Split (antigua ciudad medieval, hoy bajo protección de la UNESCO) se encuentran los mayores monumentos pertenecientes al periodo clásico del litoral adriático.

La basílica de Poreč es el templo bizantino temprano (s.VI) más hermoso de cuantos se conservan en el Mediterráneo. Sus mosaicos, de los más espectaculares de toda Europa, son comparables con los del mismísimo templo de San Vital de Rávena.
Este precioso templo de tres naves fue declarado patrimonio de la humanidad en 1997.

Las localidades de Krk, Rab y Trogir están muy marcadas por el periodo románico. Trogir es una de las ciudades románico-góticas mejor conservadas de Europa. Su núcleo medieval, plagado de huellas románicas, góticas, renacentistas y barrocas, está rodeado por murallas y alberga castillos y torres, así como numerosas casas de estilo veneciano.
El monumento más importante es la catedral de Trogir que, con su portal del año 1240, obra del maestro Radovan, constituye el mejor ejemplo de arte románico-gótico de Croacia.

Osor, Pag, Šibenik, Hvar, Korčula y Dubrovnik albergan, por otro lado, un importante legado renacentista. Dubrovnik, una de las ciudades más bellas del litoral adriático, conserva numerosos vestigios de su grandioso pasado: el palacio de los Rectores -gótico y renacentista-, el palacio Sponza (siglo XVI) o la catedral -de estilo barroco-, además de iglesias, fuentes y muchos palacios renacentistas, donde veraneaba la nobleza.
Todos estos monumentos fueron construidos en la época en que existía la República Independiente de Dubrovnik, que pagaba altas tasas al Imperio Turco para no ser molestada y conservar su autonomía. Gracias al comercio y a la pesca, adquirió la gran riqueza que le permitió embellecer sus edificios. Hoy, la ciudad entera está protegida por la UNESCO.

Por otro lado, es importante recordar el gran número de capillas croatas existentes que datan de la época de los nacionalismos. Son especialmente interesantes las ornamentadas con medallones. Las puertas de madera de la catedral de Split, con sus escenas de la vida de Jusucristo talladas por el maestro Buvina a comienzos del siglo XIII, merecen una mención de honor.

El arte contemporáneo se mezcla hoy con el legado histórico y cultural de la zona. Antiguos palacios, atrios y plazas acogen en la actualidad múltiples eventos artísticos, como el Festival de Verano de Dubrovnik, el Festival de Cine de Pula, el de Split o las tardes musicales de Zadar y Osor. Además de la música clásica y las variantes más vanguardistas del tecno, el visitante podrá descubrir un estilo típico de la zona, el "Klapa". Se trata de una tradición vocal dálmata, interpretada por jóvenes nativos, que puede disfrutarse en todos los pueblos, incluyendo las aldeas de la costa.